No doy abasto, me dijo en cuanto supo que estaba hablando conmigo. Esto es buenísimo. Y debo confesarte que cada vez que escuchaba que la palabra crisis quería decir oportunidad se me nublaba todo y me iba a negro…
¿En serio? pregunté para que supiera que lo escuchaba.
Siiiii, me dijo muy entusiasmado. Estamos vendiendo casi lo mismo que antes de la crisis. Con decirte que le dije a mi primo que estaba con problemas económicos que se viniera, arreglamos la bicicleta y el hace los despachos. Estoy muy contento.
No sabes cuanto me alegro, le dije. Además que haber conversado contigo me ha hecho sentirme parte del proceso y, no se porqué, pero siento como si el que estuviera triunfando fuera yo.
Es que es así, me dijo. Sin nuestras conversaciones no habría logrado fijar el rumbo. Me hiciste las preguntas necesarias para guiarme hacia la toma de decisiones que más me convenía. Creo que nunca te podré agradecer del todo…
Y nunca será necesario. Es un placer ayudar a los amigos. Y aprovechando que te gustan mis preguntas, ahí te va una, ¿cómo te vas a reinventar en tu éxito?
Ah, no. Tu no permites disfrutar un momento, me dijo con su característico tono de broma.
Tu sabes que me gusta el futbol. Hace mucho tiempo un entrenador de un equipo chileno dijo esa frase. Como no he sido un tipo muy exitoso, siempre me he quedado con las ganas de formularla, pero hoy…
La verdad es que no se, dijo mi amigo poniéndose serio. Las cosas están bien. Me alcanza para vivir tranquilo… no se si tengo ganas de perseguir el dinero.
Entiendo le dije. Y es muy sabio lo que dices, pero…
Siempre un pero…
Es que no pude dejar de pensar en qué hubieras respondido, si justo antes de esta crisis te hubiesen preguntado lo mismo…
Eso es trampa, me dijo casi gritando.
No es mi intención molestar, es solo que cuando hablamos la primera vez de tu negocio, creo recordar que me dijiste que estaba todo bien hasta que pasó lo que sabemos
¿Cómo te las arreglas siempre para hacerme pensar?
A ver, no seas flojo y hagamos un ejercicio sencillo; ¿qué podría pasar para que tuvieras problemas nuevamente?
No se, en realidad muchas cosas, que la gente pierda su empleo, que se queme mi negocio, que prohiban la comida, que aparezca competencia…
Nada de eso depende de ti, igual que esta pandemia. Y, ¿sabrías cómo reaccionar?
Pero dale con pensar, si la probabilidad de que ocurran es baja. Y, además, ahí se verá. ¿no crees?
Claro, si al final es tu negocio. Yo solo quería ayudar…
No lo tomes a mal, lo que pasa es que quería disfrutar un rato del éxito…
Algo muy humano por lo demás. La verdad es que yo estoy feliz y no me gustaría verte desesperado nuevamente.
Creo que, una vez más, tienes razón. Me detendré a pensar en lo que puede hacer perdurar mi negocio en el tiempo.
¿Sigues dándote el tiempo de conversar con los clientes? Le pregunté
Bueno, no tanto como antes, por que tengo muchos pedidos y ahora tengo repartidor.
Claro, claro, muy entendible le dije. No tenía mucho que aportar así que callé…
¿Quieres decirme algo con ese silencio? Me dijo de pronto mi amigo.
No, no no, disculpa es que intentaba ir hacia atrás en nuestras conversaciones…
¿Hacia atrás? A mi me haces mirar hacia adelante y tu vives del pasado, muy bonito.
Quería recordar nuestras conversaciones para saber qué es lo que te ha traído este éxito, ¿lo sabes tu?
Pero claro que si, pues hombre. Mis pasteles. Es que son insuperables.
Si, por supuesto. Aunque entiendo que ahora tienes más productos o no?
Si, claro, lo sabes.
Y, ¿cómo llegaste a esos otros productos? O, ¿porqué también fueron exitosos?
Bueno porque….
De pronto calló.
Te escucho le dije.
Seguía en silencio.
Aló, ¿estás ahí?
Si, si, comenzó a balbucear, acá sigo. Es que me quedé pensando, ¿será mi producto o la relación con mis clientes la base de mi éxito?
Creo que no soy la persona más idónea para responder eso, le dije. Pero ahora que lo mencionas, yo diría que pasteles ricos deben haber muchos, pero personas como tu… Como sabes que lo mío es la biología te diré que no solo eres único, también eres irrepetible.
Menuda situación esta eh, me dijo y pude percibir su sonrisa por el aparato. Yo me enorgullezco de mis pasteles y siempre se me inflama el pecho cuando hablo de ellos. Mi mujer dice que parecen mi verdadera familia. Y sin embargo, parece ser que eso no es importante.
Yo creo que es muy importante, le dije. Cuando voy a comprar algo a alguna tienda lo primero que me fijo es que lo estoy viendo cumpla con todo lo que exijo para comprar.
Si, es decir, estaba pensando en que quizás no es lo MÁS importante, concluyó.
Puede que tengas razón, le dije. Para mi por lo menos, muchas veces es más importante cómo me trata el vendedor que el producto en si.
“Tus clientes no te compran porque entiendan lo que tu ofreces. Te compran porque sienten que tu les importas a ellos” dijo como pensando para si mismo.
Está bonito, le dije. De donde lo sacaste.
Ya no recuerdo me dijo. Entre tanto curso online que he tomado… Y siempre tienes que venir tu a sacarlo del baúl donde lo he guardado, dijo y rio fuertemente.
Me gusta que te hayas reanimado nuevamente, aunque no estoy muy claro que signifique que harás ahora, le dije.
Me has dado, otra vez, un tremendo consejo, me dijo. Lo único que no debo dejar de hacer es conectar con los clientes. Si sigo interesado en ellos, ellos seguirán siendo leales y me seguirán comprando y dando consejos para mejorar y atenderlos mejor y seguir vendiendo y así hasta nunca acabar, lo ves? Me preguntó
No creo vislumbrar todo lo que me cuentas le dije, pero tu entusiasmo me hace bien…
Es que eres el mejor para vender, ¿no te gustaría venir a trabajar conmigo?
Jajaja, reí de buena gana. Y dale con que va a llover le dije. Yo solo intento ser un buen amigo y seguir en contacto contigo porque me alegra saber que te está yendo bien. Si algún día necesito cambiar de trabajo pensaré en varias cosas antes de aceptar tu oferta, por que yo no se vender…