Antes de salir a vender

– ¿Cómo te lideras para hacer lo que tienes que hacer? 

Mi primera intención ante su pregunta fue decir algo chistoso y no darle más importancia. La verdad es que jamás me había hecho esa pregunta. Fiel a mi estilo, le consulto; – ¿porqué me preguntas eso?

– Me siento abrumado, me dice. Siento que hago mucho por seguir adelante…

Son tiempos difíciles, le digo como para tranquilizarle mientras pienso en que, de todo lo que sucede, le puede estar afectando tanto. Su ánimo ha tenido días mejores.

Si, lo tengo claro me dice. Hoy no es uno de mis mejores días. Las ventas se han complicado y a veces dudo si tendré la fuerza para continuar, pero hay mucho en juego además de una familia que depende de mi y de lo que consiga vender cada día…

Y… mucha gente está pasando por lo mismo, le digo al mismo tiempo que me siento incómodo por no poder ayudarle mejor…

Por eso te pregunto, ¿cómo lo haces tu? Siempre que te veo, pareciera que estas mejor que la vez anterior que te vi. ¿Acaso no tienes problemas?

Bueno, la verdad, le dije, es que tengo los mismos problemas que tiene casi todo el mundo, es solo que, mi sabia madre siempre me enseñó, desde que yo era un tímido estudiante, que debía concentrarme en que todo saldría bien y acordamos un secreto; cada vez que yo tuviera que preparar un examen difícil del colegio, cuando estuviera estudiando debería ver la cara de mi madre riendo y felicitándome por la buena nota…

No te imaginaba así, me dijo

¿Cómo así?, le dije

Eso del libro El Secreto y esas cosas no van conmigo.

No tengo la menor idea de lo que hablas le dije, pero te puedo asegurar que cada vez que debo solucionar un problema, veo que está solucionado, retrocedo a ver qué o quienes se debieron involucrar para la consecución del resultado favorable y pienso en qué podrían necesitar ellos para reír de buena gana mientras solucionamos lo que debemos solucionar.

Ya conozco esa mirada, le dije…

No, es que…

Es que ¿qué?

Cuando comenzaba en la venta recuerdo a mi primer jefe diciéndonos: “antes de salir a vender, recuerden cuando comenzaron en esto y piensen lo que querían lograr. Visualicen a las personas que ayudará nuestra solución. Miren sus caras alegres de contar ustedes. Escúchenles decir “gracias, me cambiaste la vida”. Verán que empiezan a sonreír. Entonces estarán listos para salir a vender”

Me parece lógico, indiqué aunque no veía cómo yo le había ayudado a recordar eso.

Me la paso haciendo planes, definiciones, metas y todo lo que dicen los libros para salir a vender y obtener resultados pero no encuentro que me lleven adonde quiero llegar, me dijo casi sin escuchar lo que haba dicho yo.

Entiendo, le dije, lo que me pasa, mucho más a menudo de lo que quisiera reconocer, en mi trabajo es que mecanizo muchas tareas y las sigo haciendo porque eso es lo que me han dicho, no obstante, a poco andar, me doy cuenta que eso no es lo que me «pone en marcha» como le llamo yo… Tu pregunta fue sobre liderazgo, y no sobre administración. No entiendo tu mundo de las ventas, le dije, pero entiendo que son dos cosas bastante diferentes, ¿o me equivoco?

Tienes toda la razón, me dijo mientras hacía como que me daba un abrazo muy apretado, como esos que nos dábamos cuando la pandemia no era… y prosiguió: el liderazgo tiene más que ver con la visión y es la que a veces se me escapa.

Le pasa a todos, le dije…

Si, por supuesto, es normal, pero si quieres triunfar esos momentos de alejarse de tu visión deben ser muy cortos y espaciados en el tiempo, de lo contrario, podrías salir a hacer una tarea sin un propósito y, por ende, con grandes probabilidades de hacerlo mal o mediocre…

Entiendo, le dije, eso es lo que siento cuando me doy cuenta que he realizado cosas sin sentido, me he sentido mediocre….

Genial, pero cómo encontrarle un propósito a vender cuando lo que realmente necesito es que me provea de los ingresos para poder comer, me dijo.

Noté su pesar cuando terminó la frase, así que me propuse ayudarle. ¿Sabes que tengo dos hijos? Le dije. Y aunque son unas personas espectaculares y no he tenido los problemas que la mayoría de los padres reporta, obvio que a veces me he sentido preocupado por ellos. En esos escasos momentos he recurrido a algo parecido a lo que te dijo tu jefe. Vi su cara de pregunta de soslayo, pero quería terminar mi idea así que continué. Cuando me compliqué con ellos siempre volví al inicio. Cuando ellos nacieron prometí (lo tengo escrito en la web) que siempre respetaría su forma de pensar, que siempre los trataría como personas independientes de mi y que siempre estaría para lo que me necesitaran. Entonces, les pido permiso para darles mi opinión y que luego les dejaré tomar sus propias decisiones. Siempre me han escuchado y, aunque no siempre han tomado la decisión que me a mi me hubiera gustado, siempre he sentido que ha sido una decisión pensada y me reafirma que esos dos son grandes personas y que el resultado de mi función de padre ha sido para bien de ellos.

Cuando terminé de hablar mi amigo estaba con los ojos más luminosos que de costumbre. Siempre he admirado, me dijo, la relación exquisita que hay en tu familia y ahora lo entiendo claro, tu pones por encima de todo lo que ellos necesitan para crecer y te enorgulleces de ayudarles. Eso es lo que tengo que hacer, me dijo y se quedó pensando para luego repetir, casi en un grito; ¡eso es lo que tengo que hacer?

¿Tener hijos? Le dije yo e intenté poner mi cara de angelito más inocente que pude

Se rio de buena gana y me dijo, cuando comencé con mi emprendimiento fue porque las personas se quejaban de que no había un buen producto por acá cerca y menos una buena atención, por lo que me comprometí con ellos a darles lo que necesitaban. Mientras más me esforzaba en cumplir esa promesa, más me compraban, más me recomendaban y más crecía yo. Después vinieron los problemas y dejé de verlos, dejé de cumplir mi compromiso, dejé de ver sus caras sonrientes cuando les cumplía lo que necesitaban… se calló me miró y me dijo, como siempre, me has ayudado a ver lo que necesitaba ver para volver a crecer en mi emprendimiento.

Me encogí de hombros mientras el me chocaba el codo y se marchaba rauda y alegremente en pos de cumplir su palabra a sus clientes…